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Vientos divinos... e infernales

Ahora hablaremos de vientos con personalidad, buenos, malos, con caras amables o traidoras, secos y cargados de agua; y de paso viajaremos a distintos rincones del planeta y hablaremos de historia, de aventuras... Un buen cóctel con resultados sorprendentes.

El viento de Santana

California sufre con bastante frecuencia las consecuencias de grandes incendios forestales, agravados por la presencia de un viento de este a sureste, extraordinariamente cálido y seco. Es en otoño y a veces en primavera, cuando se forma un potente anticiclón en el norte de California, en el interior de los Estados Unidos, que envía un flujo de vientos procedente del interior del desierto de Arizona y zonas próximas hacia la costa. Este viento, también conocido como Santa Ana o Santana, choca con las Montañas Rocosas y, en su descenso hacia la costa, se calienta mucho más y pierde la poca humedad que contenía, de modo que llega a las zonas próximas al litoral con temperaturas de 30 °C a 35 °C y humedades que oscilan entre el 8 % y el 20 %, y con polvo del desierto del interior.

 

 

Este año tenemos el agravante de la sequía. En California se está registrando una quinta parte de las precipitaciones que caen normalmente y, si el año acaba a este ritmo, podría ser uno de los más secos desde que se tienen registros meteorológicos. Para comparar este viento, podríamos decir que es similar al poniente en la costa mediterránea o al temible viento del sur de Euskadi, vientos extraordinariamente cálidos y secos y que incluso alteran el sistema nervioso de muchas personas. El único punto positivo de esta situación es que este viento cuando alcanza el Pacífico provoca un ascenso hacia la superficie del agua del fondo, mucho más fría y cargada de nutrientes, lo cual favorece la aparición de una pesca abundante.

 

El viento de las brujas

El viento Zonda, o «viento de las brujas», proviene del Pacífico, choca con los Andes centrales y baja por su vertiente argentina recalentado y muy seco; por lo tanto, cargado de iones positivos, con lo cual provoca dolor de cabeza, mal humor, decaimiento, somnolencia, irritabilidad... Cuando sopla este maldito viento, el número de accidentes de tráfico y de actos delictivos aumenta, sobre todo en las regiones de La Rioja, San Juan y Mendoza, a veces acompañado de tormentas de arena. Incluso, en algunas regiones, si una persona comete un acto delictivo y lo atrapan, y si en el momento del delito soplaba este viento..., esto se puede considerar como atenuante de la condena.

 

 

Viento divino

 

Un nuevo ejemplo de cómo los fenómenos meteorológicos pueden llegar a cambiar el curso de la historia. En 1281, el nieto de Genghis Khan, el Gran Khan Kublai-Khan, reinaba en la China. Quiso invadir Japón y formó una gran flota de 4.000 barcos, 40.000 mongoles y 100.000 chinos. El emperador japonés Kameyama, ante la terrible perspectiva que se le presentaba, pidió a la gente de su país que invocara a los dioses para que la invasión no tuviera éxito. Él mismo, hombre de mucha fe, se ofrendó en sacrificio a los dioses haciéndose el harakiri ante el altar de Ise.

Y aquí entra la meteorología, jugando un papel primordial. No sabemos si por influencia divina o, más bien, porque era la temporada de tifones, se acercó un potente tifón justo cuando la flota estaba llegando a la isla de Takashima, en el sur de Japón. La totalidad de la flota quedó aniquilada por la potencia del fenómeno, que en Japón fue bautizado como kamikaze o viento divino.

Marco Polo fue la persona que se encargó de dar a conocer los hechos en el mundo occidental. Un tifón puede provocar vientos sostenidos de 140 km/h y ráfagas superiores a los 200 km/h, con olas de más de 8 metros, y no existe flota que pueda soportar tal fenómeno. Por cierto, siglos más tarde, la palabra kamikaze se relacionó con los aviadores japoneses suicidas que se lanzaban contra barcos norteamericanos. Otras dos invasiones de la China a Japón anteriores a la del Gran Khan también fueron un fracaso por la intervención de fenómenos meteorológicos violentos.

El chinook

Si en Cataluña y el norte de las Baleares sabemos lo que es la tramontana, en el oeste de Canadá y en Estados Unidos ocurre lo mismo con el chinook”. Los vientos húmedos del Pacífico, cuando llegan a las costas norteamericanas, se encuentran con una enorme cordillera montañosa orientada de norte a sur. La masa de aire se ve obligada a remontarla, con lo cual alimenta las nubes que están retenidas. En la vertiente occidental caen grandes precipitaciones de lluvia o nieve, según la altitud, pero una vez que la masa de aire desciende por la pendiente opuesta, pierde humedad rápidamente y, al comprimirse, provoca un aumento de la temperatura excepcional. Es el chinook, con nubes lenticulares características.

 

 

En Montana (Estados Unidos) y en Alberta (Canadá) lo llaman el comenieve, ya que este viento puede hacer desaparecer hasta 30 cm de nieve en un mismo día. En Alberta se han llegado a registrar —en febrero de 1992— temperaturas de 24 °C positivos. A veces el chinook se forma con vientos más fríos de origen ártico, de modo que se entabla una dura batalla entre las dos masas de aire. En una localidad pueden estar afectados por el aire frío con temperaturas de 20 °C bajo cero y, a poca distancia, puede soplar el viento comenieve y registrarse 10 °C positivos. La zona que separa ambas masas de aire suele estar acompañada de una curiosa cortina de niebla. En la localidad de Lethbridge (Alberta), la cortina de niebla ha llegado a situarse en medio de la ciudad durante varias horas seguidas, lo que ha provocado un ambiente cálido en unos barrios y un frío terrible en otros.