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Por encima de las nubes

 

En los últimos meses hemos hablado de lluvias, tormentas, aguaceros, sequías, nubes de todo tipo, grandes nevadas, olas de calor y de frío, rayos y truenos, tornados e, incluso, lluvia de ranas, de naranjas, de mantequilla… Tenemos un planeta con una enorme variedad de fenómenos meteorológicos, y el Mediterráneo es un lugar sensible, también al calentamiento global. Pero hoy hacemos una pausa y dejamos nuestro planeta… para hacer un viaje… ¡Primero a Marte y, después, interestelar!

Pero antes, si queremos ver bien el espacio desde la Tierra, ¿a dónde debemos ir…?

El peor y el mejor lugar para un astrónomo. Para un astrónomo, la contaminación lumínica, las nubes y la niebla son los adversarios. El peor lugar del mundo para admirar el cielo nocturno se encuentra en Argentia, población de 450 habitantes situada en la provincia de Newfoundland y Labrador, al noreste de Canadá. Allí registran ni más ni menos que 206 días de niebla al año, con visibilidades inferiores a 15 metros, día tras día. Incluso al mes de octubre lo llaman fogtober, porque es la época del año con más niebla. Para encontrar el paraíso del astrónomo, debemos ir hasta el altiplano de Chajnantor, a 5000 metros de altitud en pleno desierto de Atacama, en el norte de Chile. Aquí sí que se dan todas las mejores condiciones: no hay nubes ni nieblas, la humedad casi siempre está por debajo del 10 % y no hay contaminación lumínica. No es extraño que allí encontremos el radiotelescopio más grande y más caro del planeta. La imagen nos enseña el telescopio en la planicie de Chajnantor con «penitentes» helados.

 

 

El planeta Marte tiene unas tormentas de polvo extraordinariamente poderosas. Ya en el año 2001, a través de sondas espaciales de la NASA y del telescopio espacial Hubble, se observaron tormentas que se iniciaban en el ecuador y cerca del polo sur. Algunas persistían en una misma región durante semanas. Repentinamente, estas tormentas locales tenían capacidad para estimular otras tormentas situadas a miles de quilómetros, y en pocos días todas se juntaban hasta crear una macrotormenta que envolvía todo el planeta. Las nubes de polvo viajaban de oeste a este, y en aquella ocasión persistieron algo más de tres meses. El polvo se eleva notablemente hacia la estrecha capa atmosférica del planeta, se calienta por la acción solar y provoca un notable aumento de la temperatura. La Perseverance y otras sondas que siguen trabajando en la superficie de Marte tienen que soportar estas temperaturas. El polvo ensucia los paneles solares que les dan energía, pero el mismo viento se encarga de limpiarlos, y entonces pueden seguir trabajando. El aspecto rojizo de debe a la composición de la superficie del planeta: arcillas, minerales de silicio y óxidos de hierro, básicamente.

 

 

Remolinos en Marte. En la superficie de este planeta se produce una gran cantidad de estos remolinos, que son mucho más intensos y grandes que los de la Tierra. Si, en nuestro planeta, la presión atmosférica normal a nivel del mar es de 1013 milibares, en la de Marte es de tan solo 6 milibares, lo cual es la causa de que los remolinos alcancen 2 km de altura, o incluso más. En 1971, la sonda Mariner fue la primera en observar este fenómeno. Especial atención merecen las imágenes de las «nevadas» de dióxido de carbono.

 

 

Star Trek. Les confieso que soy un enamorado de la sèrie original de Star Trek. Hemos realizado un pequeño estudio de las atmósferas de los 94 planetas que el capitán Kirk, el señor Spock y compañía visitaron a lo largo de los capítulos de la serie, rodada entre 1966 y 1969 bajo la genial supervisión de Gene Roddenberry, su creador. A diferencia de los largometrajes rodados entre 1979 y la actualidad, entonces la serie disponía de unos presupuestos muy bajos, así que crearon planetas fantásticos en los que el cartón piedra tenía un papel fundamental. Veamos algunos ejemplos de planetas con climas adversos.

Cuando iban a parar a planetas muy cálidos o desérticos, como Capella IV, Ceti Alpha V, Dozaria o Kolarus III, el rodaje se realizaba, en parte, en el desierto del interior de California y se añadían filtros amarillos o rojizos para generar un ambiente más abrumador. Al contrario, los planetas fríos, como Alpha 177, se rodaban en platós. En este caso, el oficial y piloto de la Enterprise Sulu tuvo que soportar temperaturas de 120 °C bajo cero tapado solo con una mantita, tal y como vemos en la imagen.

 

 

 

En Gamma Trianguli VI, una computadora controla el clima del planeta, donde casi siempre domina el ambiente tropical. Me llamó la atención el planeta Ferengina, donde siempre llueve a cántaros. Una prueba de ello es que en la lengua ferengi hay 178 palabras para describir la lluvia. También encontramos Stratos, una ciudad construida sobre las nubes; o Demon, donde la temperatura no baja de los 230 °C; o Pyris VII, con una niebla baja permanente muy misteriosa… Para todos los gustos.