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Nieve para todos los gustos

LOS JUHYOU

A mediados de diciembre cayeron grandes nevadas en Japón, casi tres metros de nieve en 72 horas en las montañas del centro del país. En la prefectura de Toyama hay una carretera que atraviesa la cordillera y que está cerrada de abril a noviembre. Las nevadas que caen en la zona son las más copiosas y persistentes del Japón, y de las más importantes del planeta: se llegan a acumular hasta 20 metros. Entre abril y mayo, el paisaje es impresionante; y la carretera, gracias a la labor que durante todo el invierno han realizado excavadoras y quitanieves, está delimitada por muros de nieve que pueden alcanzar la altura de un edificio de diez plantas. La imagen da fe de la enorme cantidad de nieve acumulada.

 

 

Aunque el pasado otoño ha sido bastante cálido en Asia oriental, desde hace unas semanas se ha almacenado mucho aire frío en Siberia, y en Oymyakon ya han llegado a los –52 °C. Estas masas gélidas han tomado dirección este, han llegado al mar de Japón, lo han atravesado cargándose de humedad, y han alcanzado el archipiélago nipón en forma de potentes masas nubosas que descargan precipitación sólida; las montañas hacen de palanca para intensificar las nevadas. Es lo que ocurre también, aunque en menor medida, en la zona de los Grandes Lagos norteamericanos, pero este es un fenómeno bastante curioso como para explicarlo en otro momento.

 

En las montañas del extremo norte de Japón, cada invierno se produce un fenómeno muy curioso y de una belleza increíble: la niebla engelante cubre los árboles aislados con escarcha y, a continuación, descargan intensas nevadas; entonces se vuelve a formar niebla y vuelve a nevar… Y así sucesivamente hasta que los árboles se transforman en juhyou o árboles escarchados, aunque popularmente se conocen como «monstruos de nieve» por las formas que adoptan. Miles de personas se dirigen a estas montañas para admirar el fenómeno. Cuando el sol está a punto de ocultarse, los «monstruos» se tiñen de colores fantasmagóricos. El espectáculo está garantizado, aunque que últimamente, con tanta nieve, hay muchas dificultades para llegar hasta ahí.

 

 

MUÑECO DE NIEVE MONSTRUOSO

 

En Keweenaw, en el parque del estado de Michigan, la media de nieve caída en un invierno normal es de 4,75 metros, y el récord es de 9,75 metros en la temporada 1978-1979. Con tanta nieve se pueden hacer muñecos enormes, como el que vemos abajo, construido en 1999 en Bethel (Maine), una zona también de grandes nevadas. Es el más grande del mundo. Tan solo hace falta decir que sus pestañas son esquís; los labios, una hilera de neumáticos rojos; y los brazos, abetos de Navidad reciclados. Se acabó de fundir el 10 de junio.

 

 

Por si aún no habían pasado frío, ahora ya no tendrán excusa, toca hablar de…

 

EL GENERAL INVIERNO

La imagen que nos muestra la retirada del ejército de Napoleón en Moscú, vencido por las gélidas temperaturas del invierno de 1812, derrotado por el «General Invierno», aliado de Rusia contra sus invasores. Científicos suizos han realizado un estudio sobre los distintos ejércitos que han intentado invadir Rusia, y sus fracasos ante la llegada del invierno. Les han sido de gran ayuda 545 muestras de árboles de las montañas eslovacas del Tatra: observando los anillos correspondientes a su crecimiento durante los últimos quinientos años, comprobaron que, entre 1808 y 1837, los inviernos fueron especialmente crudos y largos. De hecho, han asegurado que incluso las primaveras de aquellos años se encuentran entre las más frías de los últimos cinco siglos. La Grande Armée no soportó las temperaturas de incluso –50 °C, y la derrota fue estrepitosa.

 

 

 

 

A PASAR FRÍO CON JACK LONDON

Con dieciséis años, el escritor californiano Jack London (1876-1916), autor de novelas de aventuras como Colmillo Blanco o La llamada de lo salvaje, se embarcó en una goleta hacia Japón. Allí comenzó un periodo de su vida repleto de aventuras, viajes y peligros, sobre todo cuando en 1897 partió por un año a Klondike, al noroeste de Canadá, a las heladas tierras del Yukón. Fue a buscar oro y lo único que encontró fue el escorbuto. Pero las experiencias que vivió en medio de tormentas de nieve, temperaturas de –50 °C y vientos huracanados, las plasmó en numerosas historias. Les recomiendo que lean el cuento Encender una hoguera. La descripción del efecto de las bajas temperaturas en el cuerpo humano es tan contundente que se llegan a tener escalofríos. Curiosa e inteligente, la actitud del perro que lo acompaña… Y la sensación que uno tiene cuando por fin enciende una hoguera y ocurre lo que ocurre…, indescriptible.