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METEO EN LA GRAN PANTALLA

Los fenómenos meteorológicos se han representado en el cine con más o menos acierto. Por descontado, los efectos especiales han mejorado mucho en las últimas décadas y los resultados lo han demostrado. Hagamos un recorrido por la meteorología en el mundo del cine. Antes debo decirles que la pasión por el cine me viene de mi madre, que había trabajado, en la década de los 50, en la productora de cine Helios Flim, en Barcelona... ¡Era la encargada de cortar con unas tijeras los trozos de película que la censura no dejaba pasar! Pero aquí no hay lugar para censuras: empecemos.

Primero, una pequeña crítica, por descontado constructiva, sobre los efectos especiales que aún vemos. Recuerden los expertos que el rayo y el trueno van separados, si no los actores y las actrices morirían electrocutados. Primero el rayo y después el trueno, a no ser que te caiga encima. Cuando hay un huracán, se mueven TODOS los árboles, y no solo los de primera línea. No existen los chaparrones torrenciales de 10 metros cuadrados. Si llueve mucho aquí, a 10 metros seguramente también debería de llover mucho. Cuando nieva y entramos en una casa, o la nieve del pelo y del abrigo se funde al instante, o es que la casa está a 0 °C. También, con lluvias torrenciales, la visibilidad suele quedar reducida a menos de 100 metros. Hemos visto lluvias torrenciales con montañas al fondo a más de 50 kilómetros. Y, sobre todo, si quieren hacer llover, que no haga sol, porque es muy poco creíble.

El gran David Lean. Sir David Lean (1908-1991) fue un director de cine británico considerado uno de los más influyentes en la historia del género. En La hija de Ryan, de 1970, esperó a que llegara una enorme borrasca atlántica para filmar las olas reales más grandes nunca captadas con la cámara, incluso una ola estuvo a punto de llevarse a unos actores. Lean exasperó al equipo de rodaje, puesto que estuvieron cerrados doce días esperando que cesara la lluvia para rodar un plano... de siete segundos.

En Lawrence de Arabia, de 1963, se informó de la llegada de tormentas de arena para introducir a los actores en el fenómeno. En Doctor Zhivago, de 1965, Lean nos comunica el frío glacial de sus escenas. Incluso en una de sus primeras películas, la extraordinaria Breve encuentro, respiramos el ambiente frío y húmedo del Londres de los años 40. Por cierto, en Doctor Zhivago rodó los exteriores en los campos sorianos, como si se tratara de las estepas rusas. Hizo frío, pero ese invierno de 1964 no trajo nieve, así que tuvieron que fabricarla: toneladas de polvo de mármol para los planos cortos y medios, y enormes plásticos tendidos en la lejanía para simular nieve y hielo.

Siguiendo con el frío, el director español Luis García Berlanga (1921-2010) nos dejó perlas como Plácido. Aunque los exteriores se tenían que rodar en Segovia, finalmente se eligió Manresa (también estaban en la lista Vic y Terrassa), y se hizo entre finales del otoño y el invierno de 1960-1961.

Diciembre coincidió con una irrupción de aire polar que no cesó en todo el mes. Los actores y los extras pasaron muchísimo frío. De hecho, durante la película se insiste en el frío glacial que sufrían, sobre todo durante las escenas nocturnas, en las que el aliento de los actores se condensa en espeso vapor.

Desastres de película. Hace años, profesores y científicos de Inglaterra y de Estados Unidos llevaron a cabo un estudio sobre la credibilidad de las catástrofes naturales que aparecen en las películas. La que se lleva la peor puntuación es Volcano de 1977: aquellos ríos de lava corriendo por el centro de Los Ángeles no se los creía nadie. Curiosamente, una de las más logradas también está relacionada con los volcanes, ya que en Un pueblo llamado Dante’s Peak, de 1996, la erupción volcánica se asemeja bastante a una erupción real. El día de mañana y La tormenta perfecta también quedan en buena posición.

El Señor de los Anillos. La trilogía cinematográfica de El Señor de los Anillos se rodó entre los años 2000 y 2004 en 150 localizaciones de Nueva Zelanda. El rodaje en las laderas del volcán Ruapehu, de 2797 metros, se vio afectado por lluvias casi diarias, mientras que las escenas en la zona de los lagos Mavora tuvieron como principal impedimento un viento fuerte e insistente. Este territorio se encuentra al abrigo de los Alpes Neozelandeses y es de los que menos precipitación recibe, pero, en contrapartida, el viento está muy presente y la sensación de frío es muy acusada.

Nos quedan muchas más películas para comentar; será en otra ocasión. Pero seguro que ahora nos miraremos con ojos más críticos si la lluvia o la nieve son reales, si la potencia de los ventiladores que «fabrican» huracanes también lo es o si los rayos son de verdad o tan solo flashes de bombillas potentes.