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Lluvia con personalidad

Cerrábamos el pasado artículo con algunas referencias a la complejidad de la precipitación que cae en Catalunya. Pasamos de un extremo a otro, nunca hay dos años seguidos iguales. De tener los ríos desbordados y los embalses abriendo compuertas, como ha ocurrido últimamente, a tener los lechos de los ríos y las rieras secos durante varios meses y los embalses con tan solo un palmo de agua. Veamos el porqué de todo esto:

Factores de nuestro clima:

  • La latitud. Como ya hemos comentado, nos encontramos a medio camino del polo y del ecuador y, por lo tanto, podemos recibir visitas inesperadas de zonas frías o muy calurosas.
  • Nuestro querido Mediterráneo. Que provoca temporales de primera categoría y cuando se enfada… mejor no contradecirlo.
  • La época del año. Catalunya recibe la mayor cantidad de lluvia en otoño, pero no en todas partes; hay zonas donde este hecho ocurre en verano, ahora lo veremos. Contradictoriamente, es en verano cuando llueve menos en la mayor parte del país. La primavera también suele ser más o menos lluviosa mientras que el inverno es más bien seco. Pero esta es la teoría, después siempre es la irregularidad la que acaba dirigiendo la situación.
  • Y para terminar y siempre a grandes rasgos, la orografía. Se trata de un factor fundamental en Catalunya. Las cordilleras hacen de palanca para aumentar la lluvia en algunas áreas pero, a su vez, también provocan sombras pluviométricas en otras zonas, convirtiendo algunas montañas en verdades nidos de tormentas.

Después de haber repasado estos puntos, podemos concluir que en Catalunya hay decenas… ¡qué digo decenas!, centenares o casi miles de microclimas. La diversidad climática es enorme en un país tan complejo orográficamente como el nuestro. Si Catalunya fuera como Holanda, con tan solo dos líneas ya habríamos terminado este artículo… bueno, quizá hemos exagerado un poco, pero no hay duda de que la climatología catalana es muy compleja.

Y para empezar, pondremos un ejemplo muy claro de esta diversidad climática. Durante el mes de enero de 1985, concretamente la noche de Reyes, se inició una invasión de aire muy frío de origen siberiano. Nevó en la propia costa y las temperaturas cayeron en picado. Por aquel entonces, teníamos un observatorio meteorológico en la pequeña localidad de Vallgorguina, en el Vallès Oriental. Unos días después de la nevada, el aire frío se acumuló alrededor, dando lugar a unas temperaturas gélidas: -5ºC en Barcelona o -4ºC en Arenys de Mar. Precisamente, si vamos desde Arenys de Mar hasta Vallgorguina en línea recta, no contaremos muchos quilómetros, pero nos daremos cuenta de que esta localidad está separada del mar por una cordillera litoral que oscila entre los 300 y los 500 metros. Esta modesta altitud es suficiente para acumular todo el aire frío en la vertiente occidental, la que mira hacia el Montseny. Sabemos que el aire frío pesa más que el aire caliente, por lo que se va acumulando en las hondonadas… y precisamente Vallgorguina se encuentra en una hondonada. Repetimos, mínima de -4ºC en Arenys de Mar y la misma noche en Vallgorguina, ¡mínima de -16,7ºC! De hecho, se han encontrado algunos documentos del siglo XIX que ya denominan esta localidad como “la pequeña Siberia”.

 

 

Podríamos poner muchos ejemplos de la enorme diversidad térmica que caracteriza Catalunya, en distancias largas o cortas; pero de momento centrémonos en la precipitación.

 

Tormentas de tres tipos: Antes decíamos que, en muchas zonas de Catalunya, cuando llueve más es en verano, excepto en… el Pirineo. En gran parte de la cordillera, no en toda, es en verano cuando caen las precipitaciones más abundantes, gracias a las tormentas.

La tormenta de las 5 de la tarde: La típica tormenta o chubasco de media tarde del Pirineo. Su origen puede ser a media mañana con una nube pequeña y raquítica, insignificante, que llamamos “fractocúmulo” o “cúmulo humilis”. Hacia el mediodía, empieza a adquirir una cierta dimensión, pasando a ser un “cúmulo mediocris” y redondeándose en la parte superior. Hacia las 14 o 15 horas sigue creciendo, alimentado por las corrientes de aire caliente que suben de los valles con fuerza, ayudados por las vertientes montañosas. Ahora ya se trata de un “cúmulo congestus”, que puede llegar a alcanzar los 2, 3 o 4 km de grosor vertical y también puede dar lugar a grandes chaparrones. Por cierto, esta “nubecita” puede llegar a pesar… 1.000.000 de toneladas, todo vapor de agua.

 

 

Si las condiciones son favorables, como por ejemplo algo de aire frío en las capas superiores, la mezcla del aire cálido y húmedo que infla la nube de aire frío se va encontrando arriba, hace crecer el nubarrón todavía con más energía. A las 16 o 17 horas, la nube ya ha alcanzado su máxima dimensión y aquí tenemos el “cumulonimbus”, el rey de las nubes. De hecho, su cresta aún es redondeada, como si fuera una coliflor gigante. Técnicamente se llama “cumulonimbus calvus”. Pero si sigue creciendo, se encuentra con el techo de la troposfera, donde hay una capa de aire más cálido, que es como una pared horizontal que impide que la nube pueda seguir creciendo, de modo que se extiende horizontalmente en forma de yunque. Ya tenemos el “cumulonimbus capillatus”.

 

 

 

Desde lejos se ve precioso, inmenso, espectacular; en cambio, por debajo… viento, agua, granizo, piedra, rayos, truenos… nos quedan más tormentas por descubrir, pero tendremos que esperar hasta la semana que viene. Ahora, disfrutemos de la parte inferior de este “cumulonimbus” donde, literalmente, está cayendo el cielo.