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Las aguas más puras

Antes de seguir con el hielo y sus peculiaridades —mejor abrigaos, porque viajaremos a los lugares más fríos del planeta—, debemos mencionar un fenómeno espectacular que se registró el pasado 19 de noviembre en Vladivostok y que, curiosamente, comentamos en el artículo anterior: la lluvia helada, o lluvia que cae con temperatura por debajo de los cero grados. Sus efectos en la ciudad rusa fueron terribles: centenares de miles de personas sin luz, varios muertos y numerosos heridos por la caída de árboles, piezas metálicas, cornisas… Aquí tenéis una imagen:

 

 

Recordemos que esta ciudad está situada en la costa este, enfrente de Japón, a una latitud similar a la de Marsella, pero con un clima muy distinto, puesto que al oeste tiene un gran continente, auténtico congelador invernal, de donde le llegan masas de aire siberianas. Así, la temperatura media el mes de enero es de –12,3 ºC, mientras que en Marsella es de 8,4 ºC, casi 21 ºC de diferencia aun encontrándose en la misma latitud.

 

Pero ahora viajemos muy, muy al sur, a la Antártida, para encontrar un lago muy particular.

El lago misterioso. Antes de llegar a la Antártida, daremos una vuelta para ir desde Gerri de la Sal, en el Pallars Sobirà, hasta Senterada, en el Pallars Jussà, dos poblaciones unidas por una pequeña y encantadora carretera. Entremedio, hay un altiplano a 1000 metros de altitud, donde encontraremos el estanque de Montcortès. Ningún río desemboca en él, y lo alimenta una fuente subterránea, como sucede en el estanque de Banyoles. Aunque se sabe que su profundidad máxima alcanza los 30 metros, nosotros nos quedamos con lo que dicen los de los alrededores: no tiene profundidad y en su interior hay un pueblo sumergido. El motivo de esta creencia es que, tiempo atrás, llegó al pueblo un mendigo pidiendo comida y la gente se la negó, pero resultó que el mendigo era Dios disfrazado. Este se enfadó y sumergió todo el pueblo bajo las aguas. Ahora bien, en el último momento, una mujer le dio un trozo de pan… Si algún día pasáis de noche por la orilla del estanque, oiréis los gemidos de los habitantes del pueblo sumergido y, con un poco de suerte, veréis pasear el alma de la mujer que le dio pan al mendigo… Pero nos estamos entreteniendo demasiado y llegaremos tarde a la Antártida.

 

 

La base científica de Vostok, en la Antártida, situada a 3488 metros de altitud, la instaló la Unión Soviética el 16 de diciembre de 1957. A partir de 1994 se convierte en una estación compartida por Rusia, Estados Unidos y Francia. Ostenta el récord del frío del planeta, ya que el 21 de julio de 1983 registró una temperatura de 89,2 ºC bajo cero. La vida en la base es extraordinariamente dura. Aparte de las bajísimas temperaturas —las más elevadas no superan los 30 ºC negativos—, deben soportar vientos huracanados y humedades muy bajas, tan solo caen 12 litros al año. Por tanto, se trata de un desierto helado, con falta de oxígeno por la altitud y con la temible noche antártica. En 1996 se realizó un descubrimiento fantástico: bajo la base, a más de 3 kilómetros de profundidad, se descubrió un lago de agua dulce de 250 kilómetros de largo y 50 de ancho. La temperatura del agua es de 3 ºC bajo cero, pero no está congelada. ¿Por qué? Existen varias hipótesis.: o bien la cubierta de más de 3 kilómetros de grosor la aísla de los fríos rigurosos del exterior, o bien las rocas del fondo del lago están calientes. En 1998 se perforó desde la base hasta 120 metros antes de llegar al lago —no se llegó al propio lago para no contaminarlo—, y se extrajeron núcleos de hielo de 420 000 años de antigüedad. Las aguas de este lago tienen una concentración de oxígeno 50 veces mayor que la de los lagos superficiales. La presión del hielo ha creado una compresión de los gases insospechada: si se perforara hasta alcanzar el lago, el agua podría salir a la superficie de forma explosiva. En mayo del 2005 se descubrió una isla en el centro del lago, un lago digno de una novela de Jules Verne. Esperamos ir conociendo más datos sobre estas aguas misteriosas.

 

Observemos esta imagen tridimensional de la localización del lago:

 

 

Aprovechamos las últimas líneas que nos quedan para hacer un apunte sobre los icebergs. Para empezar, cabe señalar que no tienen sal, que están formados por agua pura y que, cuando se deshacen, emiten un sonido muy peculiar a consecuencia de las burbujas que se encuentran comprimidas en su interior y que acaban explotando y dejando escapar aire almacenado ¡quizá varios siglos atrás! Algunas empresas han pensado que un agua tan pura debe aprovecharse, de modo que en Terranova, en Canadá, la embotellan y la venden como el agua menos mineralizada del mundo. También en Toronto utilizan agua de los icebergs para preparar vodka, ginebra y ron. Pero dejemos estos comentarios tan mundanos y quedémonos con el encanto de Montcortès o del lago Vostok.