Publicador de contenidos

ESTADOS UNIDOS, UN PAÍS DE EXTREMOS

La ciencia meteorológica nace en Estados Unidos a principios del siglo xix con la instalación de los primeros observatorios en algunos fuertes militares de Illinois. El más completo es el de Fort Edwards, cerca del río Misisipi, que en 1823 inicia registros de temperatura, presión, viento y lluvia. Pero es en 1849 cuando la institución cientificocultural Smithsonian Institute instala los primeros aparatos meteorológicos en diversas oficinas de telégrafos y crea rápidamente una extensa red por todo el país. Si en 1849 disponían de 150 observatorios, en 1860 ya tenían 500. En 1870 se instalan los primeros observatorios en puertos marinos para conocer mejor las profundas perturbaciones que azotan sus costas regularmente. En la imagen adjunta vemos a un observador con la jaula meteorológica en Utah, en 1930.

El ansia por conocer más y mejor los fenómenos meteorológicos los lleva a crear, en 1898, una pequeña red de observaciones aéreas: unos cuantos aparatos se atan a la parte inferior de grandes globos unidos con cuerdas a la superficie. El sistema no es demasiado efectivo y habrá que esperar a 1944, cuando se inician radiosondeos cuatro veces al día. En 1954 se crea un servicio de avisos de alcance nacional sobre situaciones meteorológicas peligrosas, y en 1955 se instala en Illinois un instrumento que ayudará a salvar muchas vidas: el radar meteorológico. Gracias a este aparato y a todos los radares que se instalaron posteriormente, se puede alertar a la población de la aproximación de violentas tormentas con granizo o tornados asociados. Veamos algunos ejemplos de fenómenos extremos en Estados Unidos.

NEVADA HISTÓRICA EN CHICAGO. «Si no te gusta el tiempo que hace, espera unos minutos.» Esto es lo que dicen los habitantes de Chicago, ciudad que sufre cambios de tiempo bruscos y de corta duración. Pero esta afirmación no se cumplió el 26 de enero de 1967. El día 20 de aquel mes, la temperatura en la ciudad descendió hasta –13 °C y, dos días más tarde, una irrupción de aire cálido provocó un aumento de la temperatura espectacular que se prolongó hasta el día 24, cuando se alcanzaron 18,3 °C, un valor extraordinariamente elevado. Al día siguiente, una masa de aire frío procedente del interior de Canadá chocó con la masa de aire cálido y provocó fuertes tormentas que conllevaron que incluso se emitiera un aviso de tornado, circunstancia un poco excepcional en aquellas fechas. Fue el preludio del que sería uno de los fenómenos meteorológicos más violentos de la historia de Chicago.

El día 26 de enero, a las 5 de la madrugada y 2 minutos, empezó a nevar sobre la ciudad. La intensidad aumentó hasta convertirse, a media mañana, en la tormenta de nieve más intensa de la historia de la ciudad. No se veía nada y la gente se quedó incomunicada en las escuelas, oficinas, medios de transporte... 50 000 personas abandonaron sus coches y deambularon por las calles fantasmagóricas en busca de refugio. 800 autobuses quedaron inmovilizados. Algunas personas se atrevieron a salir del trabajo y regresaron a su casa a pie, andando durante más de cuatro horas en trayectos que se hacen normalmente en 25 minutos. La nevada cesó a las 10 de la mañana y 10 minutos del día siguiente, 27 de enero. Se depositaron 60 centímetros, con acumulaciones de más de 2 metros a causa del viento.

DOMINGO NEGRO. Una sequía terrible afectó a las enormes llanuras centrales de Estados Unidos durante la década de 1930. Las tormentas de polvo se sucedían sin interrupción, pero el 14 de abril de 1935 ocurrió algo increíble. Un choque de masas de aire provocó una tormenta de polvo de dimensiones gigantescas, partiendo del sudoeste de Canadá hacia Estados Unidos. Conforme avanzaba hacia el sur, el fenómeno era cada vez mayor. Una montaña de oscuridad opaca, espesa, iba engullendo estados enteros, atravesando todo el país de oeste a este y llegando a Washington y Nueva York, ya en la costa atlántica. Texas y Oklahoma se llevaron la peor parte. La visibilidad se redujo a 1 metro. Millones de toneladas de tierra fueron arrancadas literalmente, y se ha calculado que estos dos estados «bajaron» de altura una media de 7 centímetros. La tierra, desprovista de vegetación a causa de las pésimas técnicas agrícolas utilizadas, fue un elemento clave para el desarrollo del fenómeno. Hablando de sequías, acabamos con dos ejemplos de plantas muy resistentes a las sequías.

RESISTIENDO LAS SEQUÍAS. En el desierto de Chihuahua, entre Estados Unidos y México, encontramos la rosa de Jericó o planta de la resurrección, llamada así porque puede estar varios años sin recibir ni una gota de lluvia, en vida latente. Cuando cae un chaparrón, en poco tiempo las hojas se ponen verdes y se enderezan.

Pero el caso más extremo lo encontramos en el desierto de Namib, entre Namibia y Angola, donde habita la Welwitschia mirabilis,

la planta más resistente del planeta, que puede pasar muchos años sin una gota de lluvia. El rocío nocturno es su salvación. Esta planta puede vivir más de mil años.