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Aprovechando hasta la última gota

“El árbol fuente, lluvia horizontal”

 

La semana pasada les contábamos cómo nos las ingeniamos para encontrar agua. Seguimos con otros métodos, algunos muy antiguos y que todavía hoy se ponen en práctica. Empecemos por…

El árbol fuente: En el escudo de la isla canaria de El Hierro, aparece un árbol con una nube en la parte superior y un charco en la base. El árbol es el “garoé”, ya extinguido, y la primera referencia que tenemos de él aparece en el libro “Historia de la conquista de las siete islas Canarias” de Fraile Juan de Abreu Galindo, escrito en 1602. En él, el autor cuenta lo siguiente: “el valle asciende desde el mar hasta un escarpe y arriba aparece el árbol santo (el garoé), conservándose sano y fresco y sus hojas destilan tanta y continua agua, que dan de beber a toda la isla”. Efectivamente, los vientos alisios acumulan abundante nubosidad entre los 600 y los 1500 metros. El árbol, situado a 1000 metros de altitud y continuamente mojado por la niebla, iba destilando una gran cantidad de agua. Aún se conservan las balsas en las que se almacenaba. En el año 1610, un huracán hizo caer el árbol. También en la costa de Perú o de Chile, en Etiopía, Sud-áfrica o en las islas Galápagos, se obtiene agua a través de este mismo proceso, y la cantidad de líquido almacenada es más que considerable. En la Sierra Malagueta de la isla de Santiago del archipiélago de Cabo Verde no caen más de 300 litros de lluvia al año, pero gracias a los 200 días de niebla que afectan a las montañas del norte de la isla, un pluviómetro colocado debajo de los árboles ha llegado a registrar… ¡4176 litros anuales! Y esto nos lleva a hablar de…

 

 

 

 

 

Lluvia horizontal en las Canarias: En algunas de las islas Canarias, especialmente las más occidentales que son más húmedas, crecen frondosos bosques de laurisilva formados por más de 20 especies de árboles, arbustos, molsas, helechos y lianas. Su aspecto es casi el de un bosque tropical. Aún así, la precipitación que se recoge en algunos de ellos es realmente escasa. La causa de la frondosidad es la lluvia horizontal: la presencia continuada de nubes bajas en contacto con los bosques provoca que estos se vayan amarando y goteen continuamente. Podemos encontrarnos debajo de un árbol y ver cómo el agua cae sin parar, formando riachuelos sobre el terreno mojado. Sin embargo, también podemos alejarnos de los árboles y, a tan solo escasos metros, ver cómo el terreno se vuelve seco y polvoroso. Este fenómeno se puede comprobar en las islas de El Hierro o La Gomera. No todos los bosques se mantienen de la misma forma. En otras zonas, la pluviosidad importante ayuda al mantenimiento del bosque. Fuerteventura es una isla muy seca, pero conserva un pequeño bosque en el macizo de Jandía gracias al efecto de la lluvia horizontal. En el sur de La Palma se recogen justo 250 litros al año mientras que, 50 quilómetros al norte, en Las Breñas, se registran entre 1000 y 1500 litros. Tenerife también alberga grandes contrastes: mientras que en el Sauzal se registran de media 870 litros, en la playa de San Juan apenas llegan a los 195 litros. De modo que, si tienen previsto visitar las Canarias, planeen un recorrido de norte a sur para poder observar sorprendentes contrastes de vegetación en distancias muy cortas.

 

 

 

 

Y ahora centrémonos en el ingenio, la inventiva de las personas para aprovechar el agua.

Los países mediterráneos siempre han sufrido los efectos de las sequías y por ello, sus habitantes se las han ingeniado para aprovechar el agua hasta la última gota. En la España seca de los siglos VIII y X, donde las lluvias eran esporádicas e irregulares en intensidad y distribución, los musulmanes introdujeron un sistema de riego que significó una auténtica revolución agrícola, permitiendo cultivar productos procedentes de Oriente, hasta entonces desconocidos para el continente europeo. La diversidad de frutas y verduras fue espectacular durante aquellos años, y todo gracias a un aprovechamiento inteligente del agua de la lluvia, con nuevas tecnologías hidráulicas, sistemas de captación, canalización, almacenaje y distribución del agua. De hecho, aprovecharon los sistemas de riego de los romanos e, incorporando las técnicas orientales que ya conocían, consiguieron hacer un aprovechamiento excepcional del agua. Cuántas palabras relacionadas con el riego u obras hidráulicas tenemos de origen árabe: “sequía”, “noria”, “lavadero” … Aprovechaban los desniveles de la tierra a través de canales o acequias, hacían fluir el agua de los ríos, sirviéndose de presas para retenerla. Cavaban pozos y extraían el agua mediante poleas, ruedas elevadoras o cigoñales.
El sistema de riego del río Segura era muy similar al del Nilo. Sobretodo en épocas de escasez de precipitaciones se servían de zahoríes para localizar aguas subterráneas… Pero ya no nos queda más espacio para continuar, ¡justo ahora que el relato se ponía emocionante! La semana que viene cerraremos este tema y viajaremos hasta los lugares más lluviosos del mundo… ¡vayan bien equipados!